-¡Que te jodan!.

Había incumplido su parte del trato y ahora se encontraba allí atado de pies y manos. Tenía los ojos vendados, no sabía donde estaba. Si al menos pudiese ver podría aprovechar un descuido para escapar de allí.

-¿Pensaste que sería fácil largarse sin más verdad?
-¿Donde coño está la bolsa?.

No es que no quisiera decírselo, el pánico se lo impedía. Sabía perfectamente que aunque se lo dijera no iba a salir vivo de allí.
Oyó un golpe, como si hubiesen roto algo contra una pared o una columna y de repente empezó a notar como un líquido caliente y espeso corría por su cara.
 Joder era sangre, estaba seguro de ello. Por lo menos fuese lo que fuese lo que le habían inyectado le impedía sentir dolor.

- Mierda, ¡mira como me has puesto!. ¡Estas muerto cabrón!.

Le pareció escuchar un sonido parecido al de un cargador. Sabía que el tren de vida que llevaba no le duraría eternamente.





Sergio Martín Robles

Inspirado en un juego de microrrelatos del blog marinahm.blogspot.com.es